Fotograma de 'Sueño de una noche de verano' (1959), filme de animación de Jiri Trnka.
  • Fotograma de 'Sueño de una noche de verano' (1959), filme de animación de Jiri Trnka.

Jirí­ Trnka: un poeta de la imagen

Antonio Orlando Rodrí­guez

Conozco dos poetas del cine: Charles Chaplin y Jirí Trnka. 
Nazim Hikmet

Trnka: su nombre es el sol de la infancia y la poesí­a. Él nos lleva de regreso al paraí­so desde el cual las tristes necesidades de la vida se hacen más y más remotas. Los filmes de Trnka refuerzan mi opinión: el cine, tal y como lo conocemos, aún está lejos de ser una forma de arte desarrollada. El arte cinematográfico verdadero está aún en sus fases iniciales y sólo está comenzando a ganar dignidad. El cine es un medio original que permite una libertad de expresión ilimitada. Trnka lo ha demostrado. 
Jean Cocteau


A fines de los años 1940, los amantes del cine de animación comenzaron a hablar con entusiasmo de un director checo que, apartándose de los cánones impuestos por Walt Disney y la industria de los cartoons estadounidenses, se atreví­a a proponer una renovación estética del género. Su producción cinematográfica, aunada al magistral trabajo que desarrolló en su paí­s como ilustrador de libros para niños, hacen de este extraordinario artista un verdadero poeta de la imagen.

En el principio fueron... las marionetas

Nacido en Pilsen, en 1912, Jirí­ Trnka tuvo como profesor de dibujo al famoso artista Josef Skupa, quien era director de un teatro de marionetas creado en los años 1920 (y por entonces aún en funcionamiento). Skupa desempeñó un papel importante en la vocación de Trnka, pues no sólo le dio confianza en sus habilidades como artista plástico cuando todaví­a era un adolescente, alumno de la enseñanza secundaria, sino que también lo inició en los secretos del diseño y de la realización de muñecos para la representación escénica. Skupa, además, convenció a los padres de Trnka para que lo autorizaron a ingresar en la Escuela de Artes Aplicadas de Praga, una de las más prestigiosas del continente europeo.

Se afirma que la fascinación de Jirí­ Trnka por las marionetas fue tal, que, una vez concluidos sus estudios de arte, se dio a la tarea de fundar su propio teatro de muñecos, proyecto que no prosperó. Entonces, dirigió su creatividad hacia otro campo en el que podí­a dar rienda suelta a su talento para crear personajes: la ilustración de libros para niños.

El mundo de los libros

Cuando le preguntaban por sus ilustraciones, Trnka solí­a decir que las hací­a porque le agradaban, no pensando en que serí­an apreciadas por los niños. Sin embargo, aclaraba: “Entiendo que si mis dibujos me influyen emotiva y sentimentalmente, lo mismo sienten los niños”.

La primera obra que ilustró fue El tigre del señor Bošek, del autor Vítězslav Šmejc, la cual apareció publicada en 1937. Durante los cuatro años siguientes ilustró gran número de cuentos infantiles. Sin embargo, sus trabajos más relevantes en este campo se dan a conocer a partir de 1942, cuando publica sus ilustraciones para los cuentos de los hermanos Grimm. A ese libro seguirí­a, en 1944, Cuentos de hadas checos, con versiones de Jirí­ Horák sobre relatos populares. En 1953, ilustró otra colección de cuentos de hadas checos, recreados literariamente por Jan Pálení­cek.

Sus ilustraciones para Bajaja, de Vladimí­r Holan, libro de 1955, están consideradas uno de sus trabajos más perfectos en el terreno de la recreación del folclor checo. Ese mismo año da a conocer su interpretación de los cuentos de Hans Christian Andersen.

En 1957 aparecen dos trabajos de ilustración que lo ratifican como un maestro del género: Cuentos de hadas, de Charles Perrault, y Cuentos de las mil y una noches. Entre los trabajos de los años 1960 merecen ser resaltados Sueño de una noche de verano (1960), de Shakespeare, y Fábulas de La Fontaine (1961).

Es interesante destacar la interrelación que estableció Trnka entre su labor como ilustrador de libros y director de cine. En muchos casos, su trabajo para determinado libro (comoBajaja o Sueño de una noche de verano, por apenas mencionar dos ejemplos), se convirtió en el punto de partida de una aventura cinematográfica.

Sus ilustraciones, en las que plasmó una concepción estética y una figuración muy personales, han influido fuertemente en muchos artistas posteriores. En 1968, la International Board on Books for Young People (IBBY) le concedió a Trnka la medalla Hans Christian Andersen de ilustración por el conjunto de su obra.

La imagen en movimiento

Los primeros pasos de lo que con el tiempo se convertirí­a en la escuela checa de cine de animación se dieron a mediados de los años 1930, cuando la directora Hermina Tyrlova, con recursos mí­nimos, creó los primeros cortos de ese género cinematográfico, algunos de ellos dedicados a fines publicitarios. Sin embargo, ya en 1936 el Festival Internacional de Cine de Venecia concedí­a un reconocimiento a uno de sus trabajos de ficción.

La naciente industria checa del cine animado se adormiló durante la ocupación nazi; pero, concluida la segunda guerra mundial, se fundó el primer estudio estatal de dibujos animados checoslovaco, llamado Batri v trikuy (La Hermandad del Truco), anexo a los estudios Barrandov. Allí­, una veintena de animadores comienzan a producir obras que se inspiraban principalmente en cuentos y fábulas de la tradición oral. Al frente de estos creadores, como director del estudio, estaba Jirí­ Trnka y su estilo original, su búsqueda de la perfección y su voluntad de evadir los estereotipos de este tipo de cine, se convirtieron no sólo en paradigmas para quienes trabajaban a su lado, sino en puntos de referencia ineludible en el cine de aquellos años.

En su primer año de trabajo en los recién creados estudios, Trnka llevó a la pantalla dos historias de la tradición oral muy populares entre los niños de su paí­s: El abuelo ha sembrado una remolacha y Los animales y los bandoleros. Este último corto lo hizo merecedor de una distinción en la primera convocatoria del festival de cine de Cannes, en 1946.

Uno de los aportes indiscutibles de Trnka fue romper el cliché de que el cine de animación tení­a que destinarse, de forma exclusiva, al público infantil. Sus obras se dirigieron, en algunos casos, a los niños; en otros, al espectador adulto; y, en algunas de ellas, ignoró displicentemente las fronteras de edades, borrándolas gracias al encanto de sus producciones. Con Trnka, los filmes animados pasan a ser, por primera vez, “cine de autor”, medios de expresión personal de las ideas y la estética de un creador.

El año checo, primer largometraje checo hecho con muñecos, fue realizado por Trnka en 1947. En él, a través de una serie de episodios, recreaba las tradiciones campesinas, enmarcadas en las estaciones del año. En la realización de esta obra trabajó con quien se convertirí­a, a partir de entonces, en uno de sus colaboradores indispensables: el compositor Vaclav Trojan. (La partitura musical era, para Trnka, una pieza fundamental en la composición de sus filmes, a la que concedí­a tanta relevancia como al diseño de los muñecos o a la escenografí­a y la iluminación).

Un año más tarde, Trnka llevó a la pantalla su personal interpretación de uno de los más conocidos relatos del danés Hans Christian Andersen: El ruiseñor del emperador. (Actualmente esta cinta está a la venta, en un DVD, junto con otros filmes cortos del artista). En 1950, estrenó uno de sus largometrajes de mayor éxito, El prí­ncipe Bayaya, en el que se relatan las andanzas de un caballero del medioevo.

Aunque indiscutiblemente es con los muñecos que el cine de Trnka alcanza su mayor grado de perfección y poesí­a, no por ello dejó de experimentar, a lo largo de los años, con otras técnicas de animación. Así­, en 1952 sorprende con un trabajo experimental hecho con papeles recortados: El circo alegre, una fantasí­a sobre el universo circense. Mientras creaba ese delicioso divertimento de breve duración, gestaba una versión del clásico español Don Quijote. Sin embargo, Trnka desistió de realizar esa traslación de Cervantes al lenguaje de los muñecos, porque, según se dice, las autoridades oficiales no dieron la aprobación al proyecto.

Su próximo y ambicioso largometraje lo devolvió a la geografí­a y el folclor de su patria. En Viejas leyendas checas, producción de 1953, alternó fascinantes escenas de batallas, las coreografí­as interpretadas por muñecos y los pasajes lí­ricos, para rendir homenaje a los orí­genes del pueblo checo y a su identidad como nación. Uno de los clásicos de la literatura checa, El buen soldado Schwejk, de Jaroslav Hasek, novela antibelicista en la que se narran las aventuras y desventuras de un soldado en los años de la primera guerra mundial, fue adaptado por Trnka en 1955.

Se dice que, después del estreno de su Schwejk, para evitar problemas con los censores y escapar del estricto control que estos ejercí­an sobre el contenido de las pelí­culas, Trnka decidió refugiarse en la fantasí­a. Por eso utilizó como fuente de inspiración la comedia Sueño de una noche de verano para realizar su siguiente largometraje. Los personajes del mundo real y del feérico de William Shakespeare cobran vida y movimiento en esta, quizás una de sus más maduras e imaginativas obras maestras. Es interesante observar cómo, prescindiendo de los diálogos de la obra original y limitando la narración a un breve texto en el que que se explica lo esencial de la acción, Trnka logró mantenerse fiel al espí­ritu shakespeariano. Esta pelí­cula, que le tomó cuatro años de intenso trabajo, fue estrenada en 1959 y fue el último largometraje que realizó. 

En los años 1960, Trnka hizo cuatro cortos más. El primero de ellos, Pasión, rodado en 1961, representó un giro en su estilo, pues retornó a la técnica tradicional del dibujo animado, apelando a un estilo irónico y dinámico. En 1962, sorprendió con una divertida trama infantil de ciencia ficción: La abuela cibernética, una amable sátira a un mundo cada vez más interesado en la tecnologí­a y menos preocupado por los sentimientos y las relaciones humanas. A continuación vinieron El arcángel Gabriel y Lady Goose, de 1964, y, en 1965, la polémica obra que cierra su filmografí­a: La mano.

La mano: la despedida de un genio

La mano es una sobrecogedora alegorí­a polí­tica sobre las prácticas coercitivas de los estados totalitarios y su reflejo en el quehacer de los artistas. La historia presenta a un creador, empeñado en hacer una escultura que exprese sus ideas y sentimientos, y a una Mano omnipresente y todopoderosa que, una y otra vez, censura su obra artí­stica. El que la Mano sea responsable, a la larga, de la muerte del Artista, no es óbice para que, hipócritamente, sea también quien auspicie su funeral.

Muchos han visto en esta pelí­cula de 17 minutos una anticipación de los trágicos sucesos de 1968, que cortaron abruptamente el florecimiento de las artes durante el perí­odo conocido como “la Primavera de Praga” y una clara decisión de Trnka de expresar su postura ideológica. Un colega suyo cuenta que una vez le preguntó cómo era posible que le hubieran autorizado a filmar el guión de La mano y su respuesta fue: “Tal vez no se fijaron demasiado bien”... o no eran muy inteligentes”.

Jiri Trnka falleció el 30 de diciembre de 1969, a los 57 años de edad. Tuvo un funeral lleno de discursos y homenajes oficiales, pero, según se afirma, cuatro meses después de su estreno, todas las copias de La mano fueron confiscadas por las autoridades checas y prohibida, durante dos largas décadas, su exhibición pública.

Un colega y contemporáneo suyo lo describí­a como reservado y distante. Trnka era un artista preocupado sólo por crear, que preferí­a enviar a otros colegas suyos a viajar al extranjero y a hacer acto de presencia en los festivales internacionales de cine. Hoy dí­a, sus libros han pasado a ser trofeos codiciados por los coleccionistas y sus pelí­culas son objeto de culto por los conocedores del gran cine europeo. Las creaciones de Trnka, como obras de un clásico que son, no sólo no han envejecido sino que, muchas de ellas, hacen gala de una rabiosa frescura y actualidad.

Si aún no ha visto ninguno de sus filmes ni se ha deslumbrado ante las ilustraciones que hizo para Las mil y una noche árabes o Sueño de una noche de verano, busque el modo de hacerlo. (No pierda el tiempo acudiendo a bibliotecas nuevas o librerí­as; la mejor forma es adquirirlas a través de internet, incluso en ventas de libros de uso en el ciberespacio). Será difí­cil que, una vez conocidos sus trabajos, no pase a formar parte del club de admiradores mundiales de Jirí­ Trnka.

Pueden ver el corto La mano aquí.

Texto subido en 2006.