'Bisa Bea, Bisa Bel', de Ana Marí­a Machado. Ilustraciones de Ignasi Blanch. Traducción de Fátima Andreu. México DF: Fondo de Cultura Económica, 2012. ISBN: 9681654633.
  • 'Bisa Bea, Bisa Bel', de Ana Marí­a Machado. Ilustraciones de Ignasi Blanch. Traducción de Fátima Andreu. México DF: Fondo de Cultura Económica, 2012. ISBN: 9681654633.

Ana Maria Machado y el doble (o triple) que todos llevamos dentro

Carlos Sánchez Lozano

Aunque el motivo del "doble" en literatura es tan remoto como la literatura misma (recordemos a Ulises en La Odisea disfrazándose de sí­ mismo para engañar a Polifemo), fue a partir del romanticismo alemán e inglés que adquirió identidad definitiva. Jean Paul, el maravilloso y divertido autor de La edad del pavo (1802), quizá la sátira más feroz al mundo cronometrado y hegeliano de Goethe, usó al doble (dí¶ppelganger) como estrategia para burlarse del mundo burgués. De dí­a se era normal, respetuoso de las convenciones. De noche, en cambio, se es lo contrario y todas las convenciones, melindres y mentiras de la vida diurna se diluyen. Es el doble quien ha surgido, el otro Yo, el que-no-podemos-ser. Robert Louis Stevenson convirtió este tema en obra maestra en Dr. Jeckyll y Mr. Hide (1886).

Ana Maria Machado en Bisa Bea, Bisa Bel (1982) ha extendido la temática del doble, pero a la vida de una niña y en un contexto sociotemporal diferente. Isabel (Bel), en efecto, cualquier dí­a descubre a su bisabuela Beatriz (Bea) entre viejas fotos que guarda su mamá. El hecho pudo pasar desapercibido, si no fuera porque esta obsesiva chica queda hipnotizada ante la foto de color sepia, tomada seguramente muchos años atrás. Pese a los reparos de su mamá, Isabel se apropia de la foto (prometiendo no dejarla perder) y carga con ella para el colegio. Allí­ encuentra a Adriana ””su mejor amiga”” y le muestra con orgullo a su bisa Bea. La otra parece poco sorprendida y con un criterio racional dice que es normal que todo el mundo tenga bisabuelas. En definitiva: no entendió el mensaje. 

Isabel, entonces, acepta la condición de tener una doble: “Ahora yo, Isabel, que no tengo hermano ni hermana, ya tengo una amiga muy especial, una bisabuela niña, muy guapa, muy acicalada, viviendo dentro de mí­”. Isabel y Beatriz, pues, son una sola. Pero tener una doble puede ser divertido hasta que comienzan los problemas. Bisa Bea considera que Bisa Bel es una niña demasiado "moderna". Se pone shorts (¡qué horror, dejando ver el ombligo!), se sube en los árboles, dice palabrotas, se le insinúa a un bobo vanidoso llamado Sergio, etc., etc. Isabel rápidamente comprende que dentro de sí­ tiene a una anciana que la reconviene desde otro tiempo (otra ideologí­a) diferente.

¿Podrá Isabel soportar ideas como las de su bisabuela, según las cuales las mujeres deben estar en sus casas haciendo crochet, cocinando, sin estudiar y esperando al esposo? ¡Imposible! ¡Imposible! ¡Diez veces imposible! ¿Pero qué hacer si ama a su bisabuela? Es el encuentro de dos tiempos irreconciliables. Isabel está encantada con el mundo de hoy; a la bisabuela todo le parece horrible y exagerado. Empieza esa lucha por imponer valores antiguos a situaciones modernas: no te pongas faldas tan cortas, no dejes ver tanto el busto, no hables tanto como los muchachos, no llegues tan tarde, no leas tanto...

Sin embargo, qué encanto el mundo de su Bisa Bea, piensa Bel. Aquellos años de un Brasil ya perdido donde las mujeres viví­an en sosiego para estar lindas, ser diferentes y recibir canciones de noche, haciéndose las imposibles para amar. Bisa Bea lamenta que aquel mundo haya desparecido. Ahora parece que todo el mundo tiene prisa, la gente come cualquier cosa y no tiene un momento para el diálogo. Bel divaga ensoñadora cuando escucha a su bisabuela pronunciar palabras como bibelots, tocador, bacenilla, criado mudo (mesa de noche). Y esos perfumes de antaño...
Por momentos parece que tanto bisabuela como bisnieta pueden dialogar sin pelear. Pero a los pocos minutos comienzan las diferencias. Cualquier dí­a Bel come algo que parece raro a Bea:

””¿Qué comes? -pregunta esta.
””Un perro caliente ””contesta Bel.
””¡Por Dios! ¿Mataste a un perro y te lo estás comiendo?

En fin. Sin embargo, lo más desastroso está por venir. Isabel está literalmente "tragada" de Sergio, un tonto que en privado con ella es dulcí­simo, pero delante de los compañeros del colegio se comporta como un tarado. Como sea, le presentará a su Bisa Bea y le confesará que hay dos personas en ella. Ese dí­a, lastimosamente, tiene gripa y en el momento de la conversación con el chico, estornuda, busca sus pañuelos en el bolsillo de la chaqueta y, y... No los encuentra. Empapa de mocos a Sergio. ¡Qué escenita! ¡Qué ridí­culo! Llorando y hablando consigo misma (es decir con su bisabuela) descubre la verdad: Bisa Bea le botó los pañuelos al suelo con la esperanza de que Sergio los viera y los levantara, como en los tiempos antiguos cuando los caballeros eran corteses con las mujeres.

Isabel estalla:

¡No me interesa tu tiempo! ¿Cuándo vas a comprender que hoy en dí­a todo es muy diferente? Yo soy yo, vivo en mi tiempo y quiero hacer todo lo que me dé la gana, quiero vivir mi vida. ¿Lo entendiste Bisa Bea? Yo soy yo. ¿Lo oyes?

La ruptura entre bisabuela y bisnieta es inevitable... Para colmo de males, Isabel descubre que no solo tiene una doble en el pasado, sino en el futuro: Nieta Beta. Esta, mediante holografí­as, le muestra cómo será su mundo en el siglo XXI y le propone vivirlo desde el presente. ¡Pobre Isabel a punto de dividirse entre dos mundos que la jalan sin piedad!

En medio de tanto caos surge un personaje, Ví­ctor, que transformará la visión que tiene Isabel sobre las relaciones entre pasado, presente y futuro. El niño en una clase de historia a la que asiste Bel, cuenta que es hijo de un exiliado que tuvo que emigrar durante la dictadura brasileña. Su mayor felicidad es que no solo ha regresado a su paí­s amado, sino al Brasil que le enseñó su abuelo, un revolucionario de los años 30 que dejó en su nieto la semilla de luchar por un Brasil mejor, más justo y libre. Ví­ctor cree que es posible ver al Brasil de hoy con los ojos de ayer: los ojos de la utopí­a que nunca muere. Bel llora porque ve llorar a Ví­ctor y acepta valerosamente que Bisa Bea y Nieta Beta estén contenidas en ella.

La niña reconoce que es hija del tiempo que le tocó en suerte, pero que también en la sangre está contenido el pasado y el futuro, y que lo mejor que se puede hacer es dialogar con los tres tiempos. Esa niña, de algún modo, es Ana Marí­a Machado, la novelista, arquetipo de los hombres y mujeres que hablan a través suyo. De dí­a, pues, se es confusión y miedo; de noche lucidez y comunicación. El doble (o el triple) que somos ha sobrevivido. Se cumple el ciclo anunciado por T. S. Eliot en Burt Norton: "El tiempo presente y el tiempo pasado / están quizá presentes los dos en el tiempo futuro / y el tiempo futuro contenido en el tiempo pasado".

 

Este artí­culo, enviado por su autor a nuestra redacción, fue publicado originalmente en Revista latinoamericana de literatura infantil y juvenil, No. 4, diciembre de 1996. 

Artículo puesto en línea en julio de 2000.