Leer en familia: cuando los libros encantan a grandes y a chicos

Fanuel Hanán Diaz
La experiencia de leer se ha vinculado con distintas metáforas, la del viaje que se emprende al abrir las páginas de un libro, la del umbral que se cruza de forma inadvertida o la de la silenciosa compañía que nos prodiga siempre un universo de ficción.

Los libros generan efectos diversos e inesperados: transforman, conmueven, apasionan, incitan, convencen, incomodan, expanden, conversan, liberan, confrontan, sanan… en definitiva, no dejan incólumes a los lectores.

Asegurar el disfrute de ese caleidoscopio de sensaciones es parte de los tributos que los adultos de una sociedad deben legar a los más jóvenes, especialmente porque al libro difícilmente se llega de una manera espontánea. Muchos rituales inician el acercamiento a este objeto maravilloso, y preparan a los principiantes para adentrarse en los misterios de un universo portentoso que ofrece inesperadas recompensan a quienes lo atraviesan.

En el contexto del confinamiento actual, en el que hemos reconquistado el espacio de la convivencia familiar y en el que hemos descubierto que el tiempo puede tener otras dimensiones, no existe mejor instrumento que la ficción para generar lazos invisibles que conecten a las personas. No existe mejor pretexto para establecer un canal de comunicación que se prolongue en el tiempo, ya que los libros permiten compartir juntos y conversar sobre ellos.

Los padres deben ser, sin duda, los primeros y los más significativos mediadores. Su actuación temprana e íntima desplegará, con especial energía, el hechizo y la calidez que los libros irradian, y serán ellos quienes echarán a andar los primeros pasos del camino lector de sus hijos.

Aunque no existen fórmulas, algunas claves pueden asegurar condiciones que promuevan un ambiente lector en el hogar y vigoricen el rol de los adultos para mostrar la esencia que cada libro contiene.

Libros sí, pero cuáles

El abanico de libro para niños que existe en el mercado es muy amplio. El despliegue de recursos materiales para su confección es diverso: papeles de lujo, encuadernación en tapa dura, ilustraciones a color y muchas opciones para embellecer la edición los hace seductores a simple vista. Quizás, este constituye uno de los primeros espejismos que se debe sortear, ya que no todo lo que resplandece es valioso.

Pocos libros realmente son necesarios y reveladores en el camino de un lector. En este mapa titilante vale la pena tomarse un tiempo para leer los libros que se van a comprar antes de tomar una decisión impulsiva. ¿La historia que cuenta es potente y significativa? ¿Son las imágenes complementarias y expansivas o, por el contrario, repiten lo que el texto dice? ¿Vale la pena compartir este libro?

Algunas preguntas pueden ser determinantes para afianzar encuentros inolvidables con libros inolvidables.

Leer de muchas formas

Los libros ofrecen pretextos ideales para compartir experiencias lectoras, pero no todos se comparten de la misma forma. Algunos invitan a la lectura en voz alta, otros a mirar con detenimiento y preguntar sobre las imágenes. Hay libros que permiten ir recreando la historia a medida que se leen, otros sirven como detonante para una conversación. Algunos libros requieren una lectura personal, otros demandan una experiencia compartida. Y los hay que conllevan a una reflexión interior.

El espectro de dinámicas que las obras literarias estimulan es abundante. Muchas estrategias que privilegian el juego, la interacción y la construcción de la imaginación son posibles. Eso sí, cada libro demanda su propia forma de abordarlo, es como si cada uno tuviera una personalidad que se va revelando en la medida que se interactúa con él.

Identificar ese espíritu particular puede potenciar enormemente la vida del libro, hacerlo más entrañable. No hay otra forma para descubrirlo que practicar, observar la reacción del lector, experimentar y aventurarse sin prejuicios en esa relación triangular entre el niño, el libro y el adulto. ¿Qué es esencial? Hacerlo con amor.

Cuenta cuentos

El ser humano lleva incorporado en su ADN la fascinación por escuchar historias. Todos nos sentimos conectados con ese deseo por saber el destino de los personajes, por encontrar explicación a muchas cosas que suceden en el ámbito de lo real y de lo fantástico. Hay un fervor en el arte de contar que se convierte en un ritual. Contando transmitimos el saber, las historias familiares, y explicamos la vida.

Por eso es tan importante mantener vivo el oficio de contar historias. En momentos especiales, antes de dormir, en las celebraciones. Los libros contienen relatos infinitos que promueven este encuentro recurrente con la palabra. Los niños, mientras más pequeños, adoran escuchar una misma historia una y otra vez. No tenga temor de complacerlo, improvise, cambie partes del relato, introduzca nuevos personajes, haga preguntas. No hay reglas fijas para este ritual.

La voz es el principal instrumento que hará posible un tránsito inesperado hacia otro universo. Olvídese del reloj, las buenas historias se cuentan con devoción y sin prisa. Recuerde que al contar está tejiendo una memoria compartida que extenderá recuerdos inolvidables para toda la vida, abrazados por el influjo de los libros.

Lectores en crecimiento

El rango de lectores en edad de formación tiene perfiles muy marcados: los que no leen, los que comienzan a leer por su cuenta, los lectores que ya son autónomos y los grandes lectores. Cada nivel lector requiere un acompañamiento distinto.

Aunque la escuela ofrece indudables oportunidades para forjar el proyecto lector de cada alumno, es responsabilidad intransferible de los padres comprometerse desde edades tempranas con la consolidación del hábito lector. Es decir, que los niños amen y disfruten la lectura. Los tres primeros años resultan indispensables para generar estos lazos afectivos con el libro como objeto, pero la tarea de acompañar continúa durante un trecho más largo.

Aunque el lector sea autónomo, nunca faltarán oportunidades para conversar sobre los libros, para preguntar sobre las cosas que más le hayan llamado la atención, para leer en compañía, para visitar juntos una biblioteca o una librería o para regalarle un libro cercano a sus intereses lectores. Para su crecimiento, los lectores necesitan acompañamiento de distinta naturaleza.

Adultos hechizados

¿Y quién dijo que los libros para niños son solo para niños? Los buenos libros no tienen edad, siempre conectan con sus lectores, no se agotan. El modelaje es otra clave para respaldar una valoración positiva del libro en el hogar.

No se trata de hacer aspavientos, sino de convertirse en un modelo para el lector en ciernes, compartir las lecturas de manera franca, vincularse con el universo literario de los más pequeños, realizar lecturas silenciosas en familia, fomentar prácticas regulares que ayuden a consolidar el acercamiento espontáneo y frecuente a los libros en el hogar.

Los niños y lo jóvenes perciben las actitudes positivas auténticas hacia una actividad, que luego valoran como algo deseable para ellos mismos. Ciertamente, en un mundo poblado de tecnologías y dispositivos, el libro ya no tiene un rol protagónico. No es recomendable comparar estas actividades de consumo o disfrute, y mucho menos imponer al libro como un castigo o un peaje para poder ver televisión, utilizar el celular o interactuar con la tableta. Todas las tecnologías son fascinantes, oportunas y necesarias. Adultos que leen seguramente cultivarán hijos lectores en medio de un ecosistema cada vez más heterogéneo y virtual.

Disfrutar y disfrutar

Recuperar el deleite de la voz, instalar dinámicas del juego, promover la lectura de las ilustraciones, conversar espontáneamente, sumergirse en cada historia, hacer que el tiempo se detenga… son saldos favorables que arroja una experiencia lectora significativa. Los lectores se forman desde el afecto y el placer, no hay clave más certera. Acompañar desde el hogar implica entrelazar esos hilos invisibles que conectan la emoción de la palabra.

Un mediador sabio podrá desplegar con pericia e intuición el esplendor de cada libro. En definitiva, disfrutar de la experiencia consolida expectativas de nuevos encuentros y establece canales de comunicación con interlocutores que tienen el mismo deseo de coincidir en ese universo compartido.

Las familias, especialmente en estos momentos de encuentro, ofrecen un especial abrigo para compartir con los seres queridos. Los libros brindarán oportunidades para construir una historia y disfrutar momentos imborrables, pero sobre todo nutrirán la insustituible experiencia de crecer juntos.